Escribe hoy Javier Marías sobre el estupor generado por el aumento de votos del PP en las zonas donde tiene acusados de corrupción, básicamente Madrid y la Comunidad Valenciana (también conocida como "comarques del sud dels Païssos Catalans"). Vease
aquí.
Dice Marías creer que esto es debido a que aquí uno apoya a su bando, incependientemente del bien o del mal que le pueda aportar a uno mismo:
Vivimos cada vez más en un mundo en el que la gente no soporta lo que le desagrada, ni lo que le crea dudas, ni lo que la obliga a retractarse o a reconocer que se ha equivocado. Es lo propio de muchos niños y de muchos ancianos: niegan la realidad adversa y prefieren no enterarse. Aún es más: precisamente para contentarlos y no darles disgustos, los adultos tienden a ocultarles las malas noticias y a engañarlos. Para los políticos no existe nada mejor ni más cómodo que esto: un electorado infantilizado o ancianizado, que pide a gritos que se le mienta y anuncia que se creerá las mentiras.
Puede que le pase a una parte de la población, pero yo creo que el problema básico es que ya no se cree en nadie. Ahora mismo existe demasiada distancia entre la población y los políticos, hace ya unos años del "vostés tenen un problema i aquest problema es diu 3 %", cosa que no fue espetada contra el PP, precisamente, aunque sí contra su "homólogo" catalán.
Personalmente, tengo la sensación de que esto sale en todas partes por el interés electoral del PSOE y no por solucionar el problema de fondo. Me recuerda un poco a lo del cambio del modelo productivo: el gobierno habla de innovación cuando es el ministerio al que recorta más el presupuesto. Importa lo que sale en los medios, y en los medios hace tiempo que no sale la verdad.
¡Ay, cómo hecho de menos "la bola de cristal"! Cuanto
daño hizo Pilar Miró a nuestro país.
